Leche de
tabaibas…
“… el correr de las
acequias alegra…” (del salmo 45).
“… higueras y viñas...
árboles... frutos de sus campos... codornices...” (del salmo
104).
“... ovejas y vacas...
ganado... parto de tus animales... cría de asno... cordero... animales...
animales... (del libro del Éxodo 12, 37-40; 13,
11-16).
“... empobrecen y pasan
hambre...” (del salmo 33).
… en las Cazoletas de
Amurga. En otros tiempos, en el almogarén (o templo guanche), donde las
cazoletas con sus canalillos, para ofrecer a Acorán (Dios) la leche -como lo
mejor y casi único para comer (si obviamos granos [gofio, frutos y mariscos])-
si hoy, quisiéramos emular a nuestros antepasados de cinco siglos atrás -y más-,
no hay cabras, ni ovejas -menos vacas- de las que obtener leche para ofrecerla a
la divinidad única, a no ser que en lugar de la de los animales, la sustituyamos
por leches distintas -y no precisamente en polvo o de otras fórmulas- como puede
ser de la que estamos más que bien servidos y hasta para llenar depósitos y
tanques y estanques, presas y el mar de amarga leche, pegajosa y envenenadora,
de la que estamos súper, pero súper abundantísima leche de tabaibas, que
amargaría al mismísimo Acorán (o Dios).